¿Integración o inclusión?
La escuela inclusiva se construye sobre
la participación y los acuerdos de todos los agentes educativos que en ella
confluyen. Considera el proceso de aprendizaje del alumnado como la
consecuencia de su inclusión en la institución educativa.
Su objetivo se dirige a superar las barreras con las que algunos alumnos y alumnas se encuentran en el momento de llevar a cabo la trayectoria escolar. Con una escuela inclusiva se trata de lograr el reconocimiento del derecho que todos tienen tanto a ser reconocidos, como a reconocerse a sí mismos como miembros de la comunidad educativa a la que pertenecen, cualquiera que sea su medio social, su cultura de origen, su ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o de la sobredotación intelectual.
Su objetivo se dirige a superar las barreras con las que algunos alumnos y alumnas se encuentran en el momento de llevar a cabo la trayectoria escolar. Con una escuela inclusiva se trata de lograr el reconocimiento del derecho que todos tienen tanto a ser reconocidos, como a reconocerse a sí mismos como miembros de la comunidad educativa a la que pertenecen, cualquiera que sea su medio social, su cultura de origen, su ideología, el sexo, la etnia o situaciones personales derivadas de una discapacidad física, intelectual, sensorial o de la sobredotación intelectual.
En esta escuela que se propone, el
desarrollo de la convivencia se realiza a través del diálogo. Los conflictos se
transforman en una oportunidad para el desarrollo personal y social, porque
permite la aproximación entre los agentes en conflicto y el desarrollo de su aprendizaje.
Podemos establecer algunas de las diferencias entre integración e inclusión, como bien señalan Arnaiz (2003) y Moriña (2002).
Para llevar a la práctica en la escuela
un modelo que potencie la educación inclusiva es necesario que todo el personal
educativo (Ferrer y Martinez, 2005), en especial los profesores, tengan una
visión y un actitud positiva acerca de la inclusión (Cardona, Cook, Semmel y
Gerber, 1999). Una de las premisas fundamentales que se deben cumplir para que
el modelo se desarrolle de manera adecuada es que se dé una implicación activa
del profesorado y la comunidad educativa en general.
Desde un modelo inclusivo, hemos de preguntarnos cómo atender a todo el alumnado, no cómo atender a unos u otros.
Cuando no se tienen en cuenta las diferentes necesidades y ofrecemos a todos lo mismo, no hacemos sino ignorar la diversidad generando aún más desigualdad. Esto nos lleva necesariamente a buscar las herramientas que den la oportunidad de participar a todos, de desarrollar capacidades comunes por diferentes vías, porque si no estaremos favoreciendo a unas personas sobre otras.
Desde un modelo inclusivo, hemos de preguntarnos cómo atender a todo el alumnado, no cómo atender a unos u otros.
Cuando no se tienen en cuenta las diferentes necesidades y ofrecemos a todos lo mismo, no hacemos sino ignorar la diversidad generando aún más desigualdad. Esto nos lleva necesariamente a buscar las herramientas que den la oportunidad de participar a todos, de desarrollar capacidades comunes por diferentes vías, porque si no estaremos favoreciendo a unas personas sobre otras.
Según Giroux, el intelectual
transformativo es el docente que busca crear espacios donde todos tengan las
mismas posibilidades, tanto dentro de la escuela como cuando salgan de ella. Es
un profesional comprometido con la lucha por la creación de una escuela para
todos. No obstante, este autor apunta que la innovación educativa es al mismo
tiempo una amenaza y un desafío para los docentes de la escuela. Principalmente
porque las medidas de las instituciones educativas denotan poca confianza en
las capacidades del profesorado. Muestra de ello es el diseño curricular
vigente en nuestras escuelas. Es un currículum prescriptivo que define qué,
cómo, cuándo y por qué hay que enseñar. El docente se convierte así en un
técnico ejecutor de las directrices prefijadas.
Aunque el discurso legislativo afirme
que el profesor es autónomo, después se le plantean una serie de protocolos
educativos que tiene que seguir al pie de la letra. Y el caso es que, pese a
este escaso poder de decisión, es justamente el profesorado el que tiene en su
mano el cambio.
Teniendo en cuenta que el profesor de
la escuela inclusiva necesita conocer la naturaleza de la cultura que enseña,
ser consciente de lo que significa una escuela inclusiva, ser crítico,
reflexivo, trabajar cooperativamente, ser autónomo y responsable, saber
analizar, y en base a todo esto tomar decisiones, resulta obvio que necesita
una formación reflexiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario